Cuando iba al coaching, leía un libro o dos por semana, pero un día no leí y puse el pretexto del dinero, grave error.
Coach. -Crees que el dinero es un impedimento?-
Yo. -Sí-
En fin, me dijo que me demostraría que no era un impedimento, y me preguntó si estaba dispuesto a hacer un ejercicio fuerte, yo claro, acepté.
Las sesiones eran en el Starbucks de Parque Lindavista, salimos a la calle y me dijo que tenía que recoger caca de perro y vendersela a la gente.
Glup! yo me puse muy nervisoso sin embargo nunca le he huído a nada, (a casi nada jeje) y empecé a buscar caca, pero no había y fue un alivio para mi, pero mi coach dijo que entonces buscara una botella vacía y limpiara vidrios como mimo, !ahí en el semaforo enfrente de la plaza!
Y fue algo de verdad muy fuerte, la gente me rechazaba, un tipo me aventó el coche y me gritoneó, me daba verguenza pedir dinero, tenía que juntar 50 pesos en 30 minutos, me daba miedo encontrarme a alguien conocido, llegó un momento en el que ya no tenía fuerzas para seguir pidiendo, quería meterme al baño a llorar, porque habían pisoteado mi dignidad y mi orgullo, porque me pone mal que la gente sea grosera conmigo, en eso un niño se acercó, traía una canasta con churros y me dijo que me los regalaba, yo le pregunté que cuanto ganaba al día y me dijo que 100 y hasta 200 pesos pero que últimamente le había ido mal y esos churros ya se iban a echar a perder, le dije que mejor tratara de venderlos más baratos, me preguntó que cuanto llevaba yo, le dije que 28 pesos, y por un momento nos sentimos como en confianza, como identificados, el niño se fue y nos deseamos suerte.
Pasaron 46 largos y tortuosos minutos hasta que mi coach se acercó y me dijo que ya estaba bien.
Sentí un alivio tremendo, y temblando le enseñé lo que llevaba, unas pocas monedas. (Hubiera preferido vender la caca) Regresamos al Starbucks y terminamos la sesión, me dijo que no sabía pedir las cosas, que era muy orgulloso y no me gustaba hablar.
Es cierto, caminé por la plaza con mi amigo que había tomado sesión antes que yo y había visto todo, yo estaba callado, incierto, nervioso, incómodo, triste, espantado...sin embargo una catarsis me invadió y comprendí muchas cosas.
Finalmente bajé el libro de internet y me arrepentí de haber mentido y no haber leído, aunque creo que sí necesitaba esa lección, porque ahora cada vez que me da pena pedir, que me da pena hablar y pienso que hacer algo es difícil, recuerdo muy vívidamente aquel episodio en que fui un mimo limpiaparabrisas...
viernes, 19 de diciembre de 2008
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